Son muchos los oradores que nos recuerdan que la vida es un regalo. El mayor y mejor de los regalos que vamos a conseguir. Y partiendo de ahí, si lo pensamos con un poco de perspectiva, podemos llegar a decir:
Ante lo que me suceda en la vida… puedo ser mi mejor amigo o mi peor enemigo.
Como muchos pensadores no se cansan de repetir, es muy importante ver la botella medio llena, o dicho de otra manera: Sonreír con lo que tenemos. Eso no quiere decir que haya que ser un conformista en la vida. Hay que luchar. Hay que ir a por más. Hay que superarse día a día, pero sin dejarnos la sonrisa pegada al espejo.
Es cierto que la vida es una lotería, que algunas veces parece que no sale nuestro número. Pero podemos darle la vuelta y recapitular: no somos los premiados en El Gordo, pero -y sin que ello nos sirva de consuelo-, ¡qué felicidad cuando no nos tocan las ENFERMEDADES GORDAS!
Esas que todos sabemos que no sólo nos hacen llorar a nosotros, sino que complican tanto la vida a los de nuestro entorno, que repartimos lo que no queremos: tristeza, dolor, pérdidas de tiempo, dinero, sueño…
Si algo caracteriza a la primavera que estamos viviendo, es que resurge del letargo. Nacen flores, crecen los capullos, resplandece el color… Porque también la naturaleza en cada estación tiene que esperar, sabiendo que llegará otra época, otra etapa, quizás mejor, quizás igual, pero seguro completa de sus detalles y rasgos característicos.
Los hombres, los humanos, lo queremos todo, ¡y para ya! Lo de esperar no se nos da bien. Tenemos que aprender a mirar y sobre todo, a valorar.
Recordar el regalo de la vida en más ocasiones que cuando nace un niño, es más que sano y mentalmente saludable. Es un ejercicio que nos equilibra, que nos conviene para apreciar, tasar y evaluar nuestra vida. Nuestros TENGO. Y, nuestra felicidad.
Como bien decía la escritora y oradora estadounidense, Louise L. Hay: La vida es una lotería que ya hemos ganado. Pero la mayoría de la gente no ha cobrado sus boletos.
Cobremos nuestros boletos. Démonos cuenta de la jugada que tenemos entre manos. Miremos nuestras cartas, las buenas y las malas. Y aceptemos lo que haya que aceptar.
Juguemos lo que podamos. Y disfrutemos mucho con la posibilidad de cambiar esa partida llamada vida en la que todos sabemos cómo acaba, pero en la que tenemos la suerte de apostar y de arriesgar.
Suerte con tu mano. Y si la quieres mejorar: antes y después de soñar, participa en el sorteo de la Lotería. Quizás, hoy, la suerte te sonría.
La vida es preciosa. Vívela. Compártela.