A finales del XVIII se creó un personaje para publicitar la lotería, un enano conocido como el enano afortunado, o el fanático por la lotería. Con su traje de combinaciones de lotería, dicho enano, anduvo por todas partes en libros y estampas. En varias ocasiones llevaba al pie esta leyenda en prosa:
«Este Enano, llamado Mil hombres, convida a los jugadores a que saquen de su chupa y sombrero, «ambos» seguros, como se verá en las extracciones que vayan saliendo, jugándolos en la forma que están, que son seis en cada línea, y en la casaca, calzones y medias para los «ternos», jugándolos como se quiera».
También en otras la inscripción se reducía a un verso que rezaba:
«De alegría y de dinero, este Enano afortunado, si le estudias con esmero, te enseñará alborozado, de la fortuna el sendero».
La suerte del Enano llegó a ser frase proverbial, muy conocida en aquella época.
Fue el Rey Carlos III quién implantó en España la primera lotería en 1763 a imitación de la Loto italiana, con un proyecto del marqués de Esquilache. El Enano afortunado era uno de tantos adivinos que propició este sorteo por las especiales combinaciones que propiciaba, como el ambo o el terno.
Ciertamente, a Carlos III le gustaba jugar a la lotería. De hecho ha llegado a nuestros días sus conocidas palabras: ¡El que juega mucho es un loco; pero el que no juega nada es un tonto!
También es curioso como este pequeño fanático gordinflón y afortunado fue quien en 1851 dio nombre al periódico El Enano. Así, en su primer número del 3 de marzo de ese año publicaba un soneto dedicado a los jugadores de lotería, en el que decía: «Aunque Enano nací no soy enano, prodigioso en saber de lotería, que el juego para mí no es un arcano, y en cábalas que os dé desde este día, de fijo, como puesto con la mano, el terno habéis de ver por vida mía».
Se destaca que el enano Mil hombres apareció incluso en los cupones de lotería de Navidad.
El historiador Francisco José Gómez Fernández, autor de la Breve historia de la Navidad, dijo: No hay duda de que este personaje «nació el nombre de «Gordo de la Lotería» para el primer premio de la misma», que se celebró por primera vez, tal y como lo conocemos hoy, en el año 1812, aunque el sistema de los conocidos bombos no apareciese hasta 1913.
Desde luego los Cuatro millones de euros que, sin impuestos suponen unos 322.000 euros, son un premio más que Gordo, mejor dicho, impresionantemente orondo. Según esta historia, El Gordo de Navidad podría ser conocido hoy en día como La suerte del Gordo. El enano rollizo afortunado o quizás, el suertudo regordete. Lo que sí que es cierto, y todos sabemos, es que a aquellos afortunados que les toque la Lotería de Navidad se van a hinchar de felicidad. Se les ahueca el alma para llenarse de sueños que pueden empezar a cumplirse. Engordan de felicidad y de alegría.
Si sueñas con un enano afortunado, o con un Gordo feliz, estás de suerte porque ya queda muy poco para la gran fecha del 22 de diciembre.
¡Suerte!