Es curioso lo caprichosa que es la vida, muchas veces pensamos que el dinero nos mejorará la vida, proporcionándonos un status que nos permitirá realizar sueños, viajes y, por supuesto, nos duplicará o triplicará nuestra felicidad, evitando problemas y angustias, llegando a ser mega felices.
La suerte es extraña. El destino a veces nos abre una puerta que se nos antoja soñada pero, luego, cuando la vemos de cerca, nos damos cuenta de que no hemos sabido gestionarla.
Este caso que os vamos a contar hoy es uno de los muchos que leemos en periódicos u oímos en programas de televisión. Es real y confirma lo que aconsejan los expertos cuando la suerte te convierte, de la noche a la mañana, en millonario: darse un tiempo para reflexionar y saber qué es lo que realmente se quiere o necesita. No ser impulsivo. No llevarse por la euforia. No pregonar a los cuatro vientos para no recoger tempestades, personas interesadas y, sobre todo, montañas y montañas de problemas.
El dinero nos da la felicidad, pero también hace que florezcan al lado del afortunado champiñones sólo interesados por el dinero. Vampiros chupa felicidad que nos la pueden quitar, y también la salud.
Nuestro protagonista es Adrian Bayford, un americano de 47 años que un día al pasar por un quiosco se le ocurrió la brillante idea de comprar un boleto del Euromillones.
Adrian resultó ser el afortunado ganador de 148 millones de libras, unos 167, 8 millones de euros.
Esto sucedió en 2012 cuando trabajaba en su almacén de discos. Apareció sonriente en las noticias, abrazando a su mujer y con el cheque del premio. Años más tarde, regresó a los titulares de forma diferente:
Me tocó el Euromillón, le di a mi familia 25 millones y ahora ni me hablan.
Sí, ganó 167 millones de euros en la lotería y todo le fue mal. Ahora ha rehecho su vida.
Aunque la pareja y sus dos hijos celebraron el premio yendo a cenar al Domino´s Pizza, pronto se aficionaron a placeres más caros. Viajes en primera, una nueva casa, coches deportivos… Y sólo 15 meses después de convertirse en millonarios, la pareja anunció su separación, envuelta en rumores de infidelidades.
La familia se despeñó y con ella la alegría de todos. La información relacionada en los medios siempre ha sido del siguiente tipo:
“El dinero está supuestamente para hacer a todo el mundo feliz, pero convierte a la gente en personas exigentes y codiciosas. Les he dado dinero, casas y coches, pero siguen queriendo más. Mi padre me ha dicho abiertamente que quiere controlar mis negocios y quedarse la mitad de mi dinero”.
“Querían más y más”
El ganador de la lotería, de 47 años, fue visto ahogando sus penas en la fiesta de Ocktoberfest apenas unas semanas después de separarse de su mujer y de su amante.
“He sido tan desafortunado en el amor desde que gané el premio mayor. Que me hace preguntarme si cree que valió la pena”.
“El dinero no es lo que hace que una familia permanezca unida. Compré a mi hermano una casa de 228.000 libras y un Audi, y ni siquiera me ha invitado a su boda”.
“Mi familia ha manchado nuestro nombre y hay personas que amenazan con quemar la casa de mi familia. Mi padre y mi hermano han creado una empresa detrás de otra y todas han cerrado. Les he rescatado de todas sus deudas”.
Y lo que más molesta al ganador de la lotería es que sus padres y su hermano ni siquiera se han molestado por seguir en contacto con sus nietos, a los que no quieren ni ver.
“El premio”, asegura, “ha llenado su vida de mentiras. Es un desastre total”.
La compañía que gestiona el sorteo de Euromillones asegura que sólo un 2% de los ganadores se ha divorciado de su pareja después de ganar el premio.
Como sabemos por las estadísticas, el 70% de las personas que se hacen ricas en un corto periodo de tiempo se terminan arruinando en menos de cinco años, principalmente porque pierden el perder el control de sus vidas. Por ello, los expertos recomiendan: calma, cautela y reflexión. Dejarse aconsejar por asesores y no pregonar la noticia a diestro y siniestro.
El dinero no da la felicidad, pero ayuda. Sólo tenemos que escoger el camino de la sensatez, la discreción, el juicio y la moderación.
Si estas Navidades eres el afortunado ganador… aplícate el cuento y aprende de los errores de los demás.