Hay personas descuidadas que se dejan las llaves de casa. Otras que aparcan y no saben dónde, y luego hay otras que juegan en otra categoría. Tal es el caso del protagonista de un titular del diario inglés The Guardian. El británico Derek Ladner y su esposa jugaron con sus números habituales, los cumpleaños de ambos, en un sorteo de la lotería nacional el pasado 11 de julio. Resultaron ser uno de los cinco ganadores de un premio de 3.557. 663 euros (2,4 millones de libras).
El olvidadizo y despistado señor Ladner encontró en su bolsillo, una semana después, otro boleto con los mismos números ganadores para el mismo sorteo, por lo que sin esperarlo vio cómo sus recién adquiridas ganancias se multiplicaban por dos. Un portavoz de lotería Camelot dijo que era la primera vez que un jugador había ganado dos veces en el mismo sorteo.
Hay otro tipo de despistes que en vez de llorar de alegría, sucede todo lo contrario. Y lo que en un principio se prometía con final feliz acaba en desgracia tras un enorme despiste. Esta es la siguiente historia. Los hechos sucedieron este mismo año, cuando un hombre de 42 años, originario de Tailandia, tuvo la buena suerte de haber comprado siete boletos que resultaron ganadores de la lotería, lo cual suponía un premio de más de un $1.300,000 dólares.
Jirawut Pongphan, que así se llamaba el hombre, hizo una fiesta por todo lo alto en su casa para festejarlo. Invitó a sus familiares y amigos. Hasta aquí la historia sería de perfecta, sino fuera porque a la mañana siguiente, cuando se despertó y fue a buscar sus boletos ganadores, se encontró la desagradable sorpresa de que no estaban. Los había perdido.
Tras varias semanas de angustia y tristeza, este pobre hombre no dejó de pensar en lo que podía haber sido su vida con semejante premio y se suicidó.
La policía continúa investigando el caso, para saber qué sucedió con los boletos premiados. Si les perdió, se les robaron…
El ser humano es tan despistado. Somos tan descuidados que la Loterías del Estado, ante el gran número de casos de pérdida de boletos, rotura y, sobre todo, guardados en el pantalón que por olvido termina en la lavadora, se lo ocurrió la brillante idea de realizar una campaña de publicidad para que aprendamos de la única manera posible: mostrando el error en los demás.
No sé si recordarán en 2008, un anuncio protagonizado por una madrileña que salía llorando en la televisión afirmando, mientras maldecía contra su lavadora, que aseguraba a los periodistas que la grababan que aquel boleto desmenuzado había sido agraciado con un segundo premio de la Lotería de Navidad. «Estoy un poco disgustada, porque no me di cuenta, me metí el décimo en el bolsillo y como no estoy acostumbrada a comprarlos, lo lavé», explicaba. El «décimo» había quedado totalmente despedazado y desteñido, por lo que lo conservaba en una bolsita de plástico —»de esas que tengo yo los guisantes congelados ahí».
El anuncio fue tan exitoso que, ese año, se logró reducir el número de boletos que llevaron a la Casa de la Moneda para que los autentificaran a través de los correspondientes procesos técnicos. En algunos casos, los especialistas tenían que hacer verdaderas reconstrucciones dados los despistes de película que llegamos a tener.
Visto lo visto, hay que tener suerte y dos dedos de frente.