Una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera accidental, casual, cuando se está buscando una cosa distinta.
En la historia de la ciencia son frecuentes las serendipias. Estos descubrimientos realizados por accidente, o suerte incluyen desde la ley de la gravedad, la invención de la máquina de vapor, el estetoscopio, la anestesia, los rayos x, la penicilina y los implantes dentales entre otros muchos.
El término de serendipia se remonta al conde de Oxford, Horace Walpole (1717-1797), uno de los iniciadores de la novela gótica, cuya obra incluye más de 1800 cartas, que han servido para ilustrar y reconstruir la historia europea del siglo XVIII. Este personaje, tenía como pasatiempo, inventar palabras, y serendipia fue una de ellas.
Un claro ejemplo de serendipia fue la de Cristobal Colón, quien buscaba una mejor ruta hacia la India y en realidad llegó a América. O el de Arquímedes quien dio con la solución de manera accidental o fortuita de un problema, pensaba en cómo medir el volumen de una corona y la solución la descubrió cuando se introdujo en su tina y vio como el agua se desplazaba, lo que le hizo pensar que la cantidad de agua desplazada equivaldría al volumen del objeto sumergido.
Aunque el concepto de serendipia haga referencia a la existencia de la suerte, o a la chiripa, en la realidad, en ella está involucrada unas variables aún más importantes como son la sagacidad y la observación. Pues solamente una mente abierta, astuta y alerta, con alta capacidad investigativa, deductiva y creativa tiene la capacidad de percibir que ese hecho fortuito, que esa situación no esperada, se convierta en un descubrimiento relevante y por consiguiente importante. Y es que la suerte nos da pistas, nos muestra el camino y la dirección, pero tenemos que dejarnos guiar.
Si nos acostumbramos a observarnos. A analizar un simple hecho de nuestra vida, como puede ser, el acertar unos números que pensamos que hemos escogido de una manera aleatoria, sin siquiera meditar, podremos deducir, como ha sido el caso de algunos afortunados ganadores de sorteos, que esos números, han correspondido a unos números que se han repetido de manera sistemática en su vida: La fecha de su nacimiento, el número de su portal, que coincide con el día en el que conoció a su actual mujer y en el que nació su hijo… así es la vida. Nos da pistas. Nos enseña parcialmente la cara de la suerte.
Christian Busch, profesor de la London School of Economics y en la Universidad de Nueva York, publicó el año pasado un libro que tiene por título: Mentalidad de serendipia. «Podrías pensar que la serendipia es simplemente una suerte pasiva que aparece de repente, cuando en realidad se trata de un proceso activo de detectar y conectar distintos puntos», asevera Busch. «Se trata de ver puentes dónde otros solo ven brechas y luego tomar la iniciativa para fomentar la suerte. La serendipia es una fuerza que en muchos casos ha estado detrás de algunos descubrimientos científicos, pero también está presente en nuestra vida cotidiana, en cada momento simple o decisivo que acaba modificando nuestra vida«.
Si no sabes porqué… pero el llevar en el bolsillo ese mini elefante verde de mármol, sabes que te da suerte… ¡pues no lo pierdas! Si te salvaste de que te cayera una rama de árbol justo cuando te paraste a recoger una llave… ¡no la pierdas! Ya sabes que te da suerte. Quédate con ella, con su suerte.
Podríamos hacer un repaso de los diferentes amuletos que conceden protección y suerte. Todas las culturas, tienen sus predilectos.
Eres único y especial. Busca el tuyo. Quizás ya lo tengas. Obsérvate.
Si sueñas… Loterías. ¡Suerte!