Por sus manos pasan tantos millones y reparten tantas sonrisas como los futbolistas o los payasos de la tele.
Podría ser una adivinanza, y en tal caso, seguro que los más aventajados responderían… ¡Son los Reyes Magos!
Casi… porque ellos son los loteros. Los vendedores de las administraciones de Loterías.
Son esas personas que intercambian, por un décimo, la bendita posibilidad de renovar por completo tu vida, de mudar de casa, de piel y hasta de sonrisa.
Son aquellos desconocidos que, por dos, tres o cuatro euros, te acercan un sueño o te abren la puerta a una posibilidad tan lejana que, si ellos no te la acercaran, sería imposible a veces soñar.
Soñar con comprar un barco con el que viajar los veranos. Comprar una caravana con la que disfrutar y llegar hasta el infinito y más allá.
Esos son ellos, los loteros. Las personas que están detrás de una ventanilla tras un letrero que pone: Si sueñas… Loterías.
Hoy Bote de… El próximo sorteo de…
Los loteros pasan tan desapercibidos como otros muchos profesionales de diferentes sectores, de los que sólo nos percatamos de su existencia cuando los necesitamos de verdad, o los esperamos con vehemencia por el motivo que sea, nos acercamos a su mundo y nos ponemos por unos segundos en su piel.
Los loteros pasan a ser por unos instantes, los protagonistas cuando los millones entran en su administración como un ciclón y salen por su puerta en décimos muy repartidos o en afortunados desconocidos, que de un día para otro, pasan a ser millonarios, ricos o adinerados, formando parte así de ese ciclón o torbellino en el que todos deseamos estar. Sería parcial ensalzar a un profesional de la suerte de una u otra localidad, cuando van todos a uno como los elfos de Santa Claus, repartiendo alegrías y felicidad sin notoriedad.
Hoy en día y gracias a Internet, las administraciones y los loteros nunca duermen. La tecnología nos acerca y facilita la suerte a cualquier hora del día y de forma inmediata. Parece magia y quizás, muchas veces lo sea.
Desde nuestra casa, sin apenas contacto, sólo con quererlo o soñarlo, podemos hacer realidad un presentimiento o un pálpito. El lotero pasa a ser un duende virtual que nos concede ese deseo tan sentido y pretendido.
Si antes no conocíamos al lotero de nuestra calle porque estaba detrás de un escaparate, hoy en día, ese duende, ese paje o rey mago, o incluso gnomo de los números, es tan fantástico como lo son los personajes de Disney.
Pero ellos no son elfos o pajes, son nuestros vecinos o amigos, son personas que se emocionan cuando reparten la suerte o cuando ven en la cara del chico o señora de enfrente la gran alegría de poder hacerse un viaje con ese piquito que tan sorpresivamente acaba de recibir por acertar esos números que el otro día le parecieron tan bonitos.
Ellos, como todos nosotros, deseamos y queremos compartir la suerte. Si sueñas… Loterías.