La terapia es un proceso de trabajo interior y evolución personal. Es un tratamiento en el que nos auto-medicamos o nos dedicamos mimándonos para tener una mejor salud mental.
Las terapias tienen muchas finalidades según para lo que estén destinadas.
La terapia psicológica nos aporta diferentes beneficios como son el mejorar nuestro bienestar, nos ayuda a sentirnos mejor, nos permite o facilita el vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás… En definitiva, nos simplifica y allana la vida diaria.
Pero existe más de un tipo de terapia, no solo la psicológica, también la terapia cognitiva, con animales, grupales, psicoterapia, etc. Yo afirmo y firmo que, basado en mi experiencia y en lo que observo en los demás, existe una terapia en la que nos mimamos y regalamos pequeños premios por superar las zancadillas que nos pone la vida. Es la que yo llamo terapia del décimo.
Esta terapia es tan buena y eficaz como puede serlo otra. Conozco a más de una persona, yo mismamente, que practico este tipo de terapia conmigo y con los demás.
Nos está tocando vivir unos momentos de la vida particularmente difíciles o complicados, con mascarillas, confinamientos, pérdida de libertades, cambios de rutinas, pérdida de trabajos, amigos, familiares… Momentos duros en los que o te premias y recompensas con pequeños detalles, o a veces la cuesta es tan pendiente que cuesta cada paso, tanto como si uno llevara una carga y un clavo en el zapato.
¿En qué consiste la terapia del décimo? o, ¿en qué se basa?
En homenajearse a menudo con pequeños premios por logros conseguidos, con recompensas por superar aquello que se nos atraganta o nos cuesta, como dirían antes, ¡un riñón!
Cada uno sabemos y tenemos nuestras mochilas, que aligerarlas cuesta tanto como desprenderse de ellas tan solo un ratito. Por eso, esta terapia del décimo a mí me da resultado. Me premio semanalmente por mis esfuerzos diarios con un décimo y, encima, tengo la gran satisfacción de tener la posibilidad de ganar un premio que sin duda alguna me va a facilitar la vida.
Para mí, al igual que para otros, que ya sé que también lo practican, esta terapia del décimo me recompensa, pero también a otros. ¿Cómo? Muy sencillo, en mi ámbito familiar y de amigos, regalo un décimo a aquellos que veo que se esfuerzan y quizás, la vida actualmente no les retribuye como realmente se merecen. Yo, les regalo ese décimo cuando considero.
Al comentarlo con algún amigo, le pareció tan buena idea que personalmente practica esta terapia por auto mimarse. Por ejemplo, según me contó: por madrugar otro día, al cambiarle el turno con un compañero que sabe que ya no puede más… y es más, ahí no acaba su apoyo, además, le regala un décimo, para que el futuro le sonría un poco… para sacarle la sonrisa y que vea de cerca esa ilusión de la vida que parece tenerla escondida.
¡Regala un décimo! Adelántate al sorteo del Gordo y pon ilusión en tu vida y en la de tus conocidos. Es una cadena de sonrisas e ilusiones. De décimos regalados, compartidos y quizás, premiados. La terapia del décimo nos puede hacer millonarios, y mientras nos da calor, nos da ilusión y sueños, muchos sueños.
¡Saca tu mejor yo!