Durante el confinamiento la imaginación y la maña han sido las piezas clave no sólo para entretenernos, no pensar o matar el tiempo, sino para distraer a niños y a no tan niños.
Gracias a la idea de una maestra, varios niños propusieron en sus casas hacer una lotería para jugar en familia. La idea fue tan bien acogida entre los alumnos de la clase y entre sus familias que fueron muchos, por no decir todos, los que se pusieron manos a la obra en crear y recrear loterías, cada uno con los materiales y medios con los que contaban en casa.
El reciclado de cajas de galletas, de piedras, de botones, telas, hasta de envases… fueron pintados, cosidos y pegados con sumo cuidado. Los motivos fueron tantos como niños y padres: pintaron y recortaron coches, papeles de envolver se encontraron con ilusión, bolsas de colores se rescataron como posibles fragmentos de piezas o de fichas… y con todas ellas hicieron las loterías con diferentes temas: sobre juegos virtuales, sobre películas, animales, hasta algunos pensaron en poner números en diferentes idiomas, o mini cuadros pintados emulando a futuros Picassos.
La imaginación y las ganas al poder. Y todo el tiempo por delante con ilusión y dedicación.
¿Cómo lo hicieron?
Pues según nos contaron, así de sencillo o complicado:
- Primer paso: Recopilaron todos los materiales básicos necesarios. Cartulinas, cartones, pinturas, rotuladores… hasta lacas de uñas, según nos relataron.
- Segundo paso: Hicieron al menos un tablero por participante. En este tablero tenían que aparecer al menos 12 cuadros. En cada uno, dibujaron un motivo. Por ejemplo, la lotería que hicieron de animales salvajes, en cada casilla o en cada cuadro, pintaron un animal diferente. El tablero personalizado tenía que ser de un tamaño no inferior a medio folio para que cada persona o personita, pudiera dibujar y reconocer, por ejemplo, al león.
- Tercer paso: Elaboraron las tarjetas con los mismos dibujos como los que habían pintado en los tableros.
- Cuarto paso: Por último crearon fichas originales, botones tuneados, piedras pintadas… con las que fueron tapando los dibujos que iban acertando durante el sorteo.
¿Cómo jugaron?
Muy sencillo, primero mezclaron todas las tarjetas y las colocaron en un mazo boca abajo. Repartieron al azar un tablero a cada participante. Luego se aseguraron de tener cada uno fichas para marcar los aciertos, y después… ¡empezaron el sorteo!
Cada vez uno levantaba y cantaba el animal o motivo que aparecía en el mazo, hasta que alguno conseguía tapar todas las imágenes dibujadas. El primero que lo lograba, era el campeón.
De todos es sabido que a los niños -como a los adultos- nos gusta ganar. En el confinamiento, en esas divertidas partidas, los niños se jugaban (si ganaban), elegir el plato de comida, la película de la noche o incluso ser el protagonista del día.
Y es que los juegos de suerte son muy divertidos, y si hay un premio de por medio, todavía más. En la vida hay que aprender a jugar, a perder y a ganar. Pero nunca hay que olvidarse de soñar y de disfrutar.
Si sueñas… siempre loterías. ¡suerte! 🍀