La suerte se define como el conjunto de sucesos o circunstancias que se consideran predeterminados para la vida de alguien. Es aquello que ocurre o puede ocurrir para bien o para mal.
En estos días tan convulsos pensamos en el hecho de si tenemos o no suerte, tan a menudo como consultamos las cifras de infectados, fallecidos o recuperados.
Nuestra suerte no es la de los otros y, para nuestra sorpresa, tampoco la nombramos al comprobar los sorteos, porque como todos sabemos, desde que se declaró el estado de alarma el 15 de marzo de 2020 para contener al Coronavirus, se suspendieron todos los juegos de Loterías y Apuestas del Estado.
En estos momentos, nos encomendamos a la señora suerte al opinar sobre la buena o mala suerte del estado de salud que tenemos, o la suerte que atesoramos al vivir en un país del primer mundo con unas condiciones sanitarias y unos valerosos profesionales que ya quisieran muchos.
Está claro, nuestro futuro no lo hemos dejado al azar. Hemos intentado tomar las medidas más oportunas para depender lo mínimo de la buena o mala suerte, reduciendo todo lo posible los contagios para así asegurarnos la salud y apostar por la vida.
¡Qué verdad es! Si nos falta lo básico, la salud, nos olvidamos de otros aspectos de nuestra vida que antes considerábamos esenciales, incluso vitales, como puede ser el esmerarnos en una gran celebración de cumpleaños, programar que el viaje de vacaciones nos saliera perfecto, porque nos merecemos ese premio por el esfuerzo diario… tantas y tantas cosas que, cuando vemos que nos puede faltar la salud, pasan a un segundo o tercer plano. Muchas cosas que nos eran importantes, ahora, comparadas a través del prismático del Coronavirus, pierden su sentido mientras que otras ganan puntos hasta tal nivel que nos hacen ver claro qué valores, actitudes y personas alcanzan el vértice de la pirámide de la vida. Lo fundamental: la salud que nos da la vida.
La suerte de la vida. El regalo de respirar con salud. La suerte de estar bien. La buena suerte de poder estar en casa y no en un hospital. La señora suerte…
Sabemos que todo poco a poco volverá a la normalidad. Tendremos que cambiar algunas costumbres, pero volveremos a sonreír y a ilusionarnos con las mismas cosas. Pero lo seguro que en estos días hemos aprendido, y que la vida dramáticamente nos ha recordado, es el verdadero significado de la suerte… poder disfrutar con salud de aquello que nos hace sentir bien, con las personas que queremos.
La suerte de la vida. La ilusión por un futuro lleno de pequeñas cosas, pero importantes. La familia. Nuestra gente. Y ese precioso regalo de poder compartir nuestra felicidad.
Soñamos. Soñamos por supuesto con que nos toque la lotería, eso lo llevamos en la sangre. Pero en estos días, soñamos con un mundo sin virus, llámese Coronavirus o Matapersonas.
Sonriamos y compartamos la vida. Porque es una enorme suerte poder decir hoy en día: Estoy bien. Estamos bien.
Seguiremos soñando y lo conseguiremos.