Cuantas veces habremos dicho y oído: Desgraciado en el juego, afortunado en amores. Como si tener mala suerte en los juegos de azar hace que se tenga buena suerte en el amor.
Es un dicho que no comparto. Pienso que lo dijo uno un día que se resignó, se autoconvenció de que el hecho de que no le acompañara la suerte, significaba que iba a encontrar el amor.
Nunca entendí porqué han de unirse ambas premisas. Es como decir si eres desgraciado en el juego, nunca se te caerán los dientes.
O… si te toca la lotería… ¡vaya! Entonces, para compensar se te va a estallar el apéndice. ¡Soberana tontería!
Sigamos.
Séneca, a mi parecer fue más sabio. Expresó hace ya demasiados años una frase que aún hoy, se mantiene en el tiempo: La fortuna nunca hizo a un hombre sabio.
Y por lo que se ve, el dramaturgo John Webster le contestó cuando exclamó: Es mejor ser afortunado que sabio.
El dinero desde luego puede impulsar carreras, pagar estudios, hacer deseos realidad, comprar negocios… pero la sabiduría se tiene o quizás se alcanza con la edad. A mi parecer, nada tiene que ver.
Quizás, podríamos concluir con el tema con las sabias palabras de Aristóteles, ni dando la razón a Séneca, ni a Webster: La virtud está en el término medio.
Otras frases que nos dan que pensar…
Debemos administrar nuestra fortuna como lo hacemos con nuestra salud: Disfrutar de ella si es buena, ser pacientes cuando es mala, y nunca aplicar remedios violentos, excepto en una extrema necesidad. (François de la Rochefoucauld)
Hacemos nuestra propia fortuna y le llamamos destino. (Benjamin Disraeli)
Nadie está satisfecho con su fortuna, ni insatisfecho con su intelecto. (Antonieta Deshouliéres)
Y un proverbio alemán estupendo: La fortuna y la desgracia son dos cubos en el mismo pozo.
Me gustan especialmente las palabras de del filósofo Desiderius Erasmus, más conocido como Erasmo de Rotterdam. La fortuna favorece a los audaces.
Todos hemos conocido a personas a las que yo las llamo: Pan sin sal. Con poca vida. Con poca sangre. Sin planes ni proyectos. Con pocas ilusiones e inquietudes. Con pocas miras. Viven la vida sin arriesgarse en nada. Sin dejar sitio a la suerte o al destino. No juegan a nada, no disfrutan porque su rutina cansina es su vida.
No salen. No viajan. No viven. Son pocas. Muy pocas. Pero existen. Conozco a dos que podrían ilustrar este texto. Son las más extremas. De audacia tienen, lo que yo de astronauta… ¡nada! Pero las respeto. Yo no sería capaz de sonreír con sus decisiones, pero si a ellas las vale, perfecto. Hemos de ser diferentes. Alguien dijo:
Cuando perdemos el derecho a ser diferentes, perdemos el privilegio de ser libres.
O, una frase que me encanta:
Recuerda siempre que eres absolutamente único, al igual que todos los demás. (Margaret Mead)
En la vida hay que tener un poco de arrojo. De osadía. De decisión. No importa equivocarnos. Lo importante es intentarlo. Eso pienso yo.
Quiero terminar con una frase estupenda de un explorador neozelandés, uno de los primeros montañeros que lograron alcanzar con éxito la cima del monte Everest:
Soy un hombre afortunado. He tenido un sueño y se ha hecho realidad y eso no le suele suceder a menudo a los hombres. (Edmund Hillary)
Si sueñas… Loterías.