La historia verídica de hoy es de las que nos contamos unos a otros mientras tomamos un café o siendo más modernos y actuales, la wasapeamos haciéndola viral por ser increíble pero cierta. Sorprendente, llamativa y si cabe, argumento de película o de la que pueden sacar un sketch cómico fácilmente.
Los de Volkswagen han tenido la idea de crear la iniciativa conocida como The Fun Theory. El gigante automotriz, ha querido impulsar un «concurso de ideas» que den vida a proyectos para cambiar los malos hábitos, ya por desgracia adquiridos, en nuestra sociedad. Para que conductas como reciclar, respetar las reglas de tránsito, hacer deporte, comer sano, consumir energía eléctrica de manera necesaria y un sin de ellas, sean tan habituales y normales como lo son ahora las contrarias. El ganador de este concurso ha sido la «Lotería del radar de velocidad».
Todos sabemos cómo conducimos… ¡como kamikazes! Y sabemos de sus consecuencias. Las imprudencias siempre las pagamos. Unas veces fatídicamente y otras, con dolor en el bolsillo.
A grandes rasgos este proyecto de Lotería del radar de velocidad consiste en un radar que puede hacer dos funciones: En primer lugar, multar a aquellos que sobrepasen los límites de velocidad. Pero su segunda función es totalmente original e inesperada: premiar a aquellos que conduzcan de una forma legal respetando esos límites.
Su creador, el californiano Kevin Richardson, cree que se puede conseguir que los conductores respeten las normas de circulación y, además, disfruten haciéndolo.
La idea gustó tanto a la firma alemana, que la llevaron a cabo en Estocolmo junto con el visto bueno, por supuesto, de la Sociedad Nacional de Seguridad Vial.
El radar se instaló durante tres días en una calle transitada de esta ciudad sueca limitada a 30 km/h. Al pasar por él los conductores podían saber al instante si optaban o no optaban al premio de 2.000 euros según si habían respetado o no la velocidad marcada.
Este reto tuvo tan buena acogida y fueron tan buenos los resultados que un 22% de los conductores redujeron su velocidad media de tránsito.
La idea es muy simple, al pasar por el radar, los conductores mediante un pulgar hacia arriba o hacia abajo, podían saber al instante si tenían posibilidades de optar por concursar en la lotería.
Para participar en el sorteo y llevarse el premio, sólo debían enviar un SMS a los organizadores con el número de matrícula.
Como curiosidad hay que decir que el premio de 2.000 euros, al que optan los buenos conductores, fue recaudado de todas las multas impuestas a los que no respetaron las normas.
Es más que evidente que cuando nos tocan el bolsillo actuamos, y si detrás hay un premio, encima nos esforzamos. Esta iniciativa ha plantado una semilla que en Estocolmo dio fruto. Quién sabe que tendrá que ocurrírseles a los de la DGT para que seamos más cívicos y responsables.
Soñamos con un futuro en el que todos seamos más cívicos, cuidemos el medio ambiente y utilicemos solamente los recursos que necesitamos. Soñamos con que nos toque ésta y otras loterías. La de la salud y la del Estado. Soñamos… y soñamos con ser los afortunados ganadores de un gran premio.
En esta ocasión parémonos a pensar un segundo y seamos conscientes que para poder disfrutar de unas bonitas playas, de un paseo por la montaña, de un crucero… y de todo aquello que deseamos hacer si somos millonarios… tenemos que empezar por respetarnos.
Seguro que soñamos. Seamos civilizados, educados y… ¡suerte!