Durante los años siguientes a la Guerra Civil, las cifras 36 y 39 no eran muy populares porque evocaban los recuerdos a uno de los periodos más tristes de la Historia de España. Eran números malditos, condenados al rechazo e impensables a relacionarse con la alegría y la buena suerte.
Sin embargo, la vida es un constante movimiento, los números que unos rechazan por su connotación o recuerdo, otros los quieren, justificando una búsqueda de equilibrio entre positivo y negativo.
Desde hace más de diez años, la Fundación Nacional Francisco Franco pone a la venta su particular lotería de Navidad con participaciones de 10 y 20 euros con las terminaciones 36 y 39.
Otro número maldito y poco afortunado, ligado en esta ocasión con la mala suerte, ha sido siempre el 13. Es una terminación muy temida por los supersticiosos pero, curiosamente, apreciada por el resto, al ser casi siempre uno de los primeros números en agotarse.
Vuelve a confirmar el hecho de que el décimo que uno repele por contener o terminar en unos dígitos, otros lo buscan con deseo y pasión.
Sin duda alguna, los décimos que empiezan por ceros, 000, al ser cifras muy bajas, parecen estar condenadas al olvido y devueltos al cajón con desdén. Más que malditos, son repudiados por feos o poco afortunados. Pocos saben que estos números bajos han repartido grandes premios, así en el año 1828 el número 00.523 fue un primer premio, o más cercano, en el año 2010 el 00.147 fue un segundo premio.
Por todos es sabido que nos gustan los números que hacen referencia a hechos concretos, privados, sociales o mundiales, por ejemplo, la fecha de la boda, el nacimiento de nietos o hijos, las bodas de los Reyes, los Mundiales… En cambio, renegamos de cifras repetidas de manera automática. No nos gustan los décimos en los que los números se repiten mucho, como un 44442, o un 66661. Como si un décimo con números variados va a tener más suerte que otro que insiste en un número concreto.
Desde aquí, interesantemente, nos hacemos esta pregunta: Si nunca han salido unos determinados números, es decir, si se han quedado hasta la fecha olvidados, escondidos y rechazados en el bombo, ¿no son esos realmente los que están malditos? Quizás estén destinados a completar las series de números, pero nunca a regalar sonrisas, sueños e ilusiones.
Hagamos un recuento y numeremos alguno de ellos. Hagámoslos visibles y llamemos la atención sobre ellos, quizá cambie su suerte y los veamos en todas las pantallas como los boletos que han hecho llorar de alegría a sus afortunados portadores.
Deberíais saber que el gordo nunca ha terminado en 09, 10, 21, 25, 31, 34, 41, 42, 43, 51, 54, 59, 67, 78 y 82.
Nunca ha empezado por 27, 37, 39, 41, 44, 51, 64, del 66, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 73, 74 , 75, 77, 80, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87, 88, 89, 90, 91, 92, 93, 94, 95, 96, 97, 98 y 99.
Quizás este 2018 sea un buen año para adquirir un décimo que empiece por 44 y termine en 83. Quién sabe, puede que estén ya escritos en las estrellas bienaventuradas, o puede que la diosa de la fortuna los arrincone nuevamente, confirmando su condición de números malditos y nefastos.
Pronto lo sabremos. ¿Terminará en el favorito 5? Así es la suerte, y nos puede estar esperando en la esquina haciéndonos un guiño.
Si sueñas… Loterías.
¡Suerte!